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A 48 años del asesinato de Don Eugenio Garza Sada

El 17 de septiembre de 1973 Nuevo León y el país se cimbraron ante una terrible noticia: el empresario regiomontano Eugenio Garza Sada falleció tras un ataque cometido por miembros de la temible Liga Comunista 23 de septiembre.

Un secuestro fallido acabó con la vida de un gran mexicano

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Poco antes de las 09:00 horas del día mencionado, don Eugenio se dirigió a su oficina en Cervecería Cuauhtémoc. Viajaba a bordo de un vehículo Galaxie negro, en compañía de su chofer Bernardo Chapa y su guardaespaldas Modesto Torres Briones.

Al llegar al cruce de las calles Villagrán y Luis Quintanar, un grupo de hombres armados le cerraron el paso al empresario y trataron de bajarlo a la fuerza del vehículo, el acto fue repelido a balazos por el chofer, mientras que uno de los guerrilleros asesinó al otro escolta.

En la refriega Don Eugenio resultó herido de muerte, falleciendo poco tiempo después.

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En el hecho también murieron dos guerrilleros: Javier Rodríguez y Anselmo Herrera, además del escolta Modesto Torres.

Tras el hecho fueron detenidos Miguel Ángel Torres y Elías Orozco, quedando presos en el Penal del Topo Chico, mientras que Hilario Juárez, quinto participante, desapareció y jamás se supo de él.

Los detenidos confesaron que habían planeado el secuestro del empresario desde hace varios meses, incluso ya contaban con una casa de seguridad para mantener oculto a Garza Sada, y que buscaban obtener 5 millones de pesos por su liberación.

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Funeral de Don Eugenio Garza Sada.

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A pesar de que esta es la “verdad oficial”, surgieron varias “teorías de conspiración” (por llamarles de alguna manera) sobre este caso.

Y es que hay que tener en cuenta el contexto en el que se dio el homicidio del artífice del Tec de Monterrey.

En ese entonces el llamado Grupo Monterrey, grupo de empresarios liderado por el propio Garza Sada resultaba incómodo al Presidente de la República de ese entonces, Luis Echeverría.

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El presidente Luis Echeverría acudió al funeral de Don Eugenio.

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La relación del mandatario con los empresarios regios era muy mala, debido a la diferencia de opiniones respecto al manejo político y económico que estaba realizando el mandatario priista.

Por este motivo hubo voces que señalaron que fue más bien un homicidio ordenado desde el gobierno vestido de secuestro fallido.

Otras hipótesis apuntan a que el gobierno federal sabía desde meses atrás las intensiones del comando de la Liga 23 de septiembre de secuestrar a Don Eugenio, pero que por alguna razón desconocida decidieron no alertarlo a él ni a su familia.

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De esta manera fue cortada de tajo la vida de uno de los regiomontanos más queridos de la historia, quien gracias a su visión y humanismo revolucionó la manera de manejar negocios en el país, llevando a Nuevo León a consolidarse como la “punta de lanza” del desarrollo económico del país.

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El secuestro de un avión en Monterrey

La mañana del 8 de noviembre de 1972 parecía que sería una jornada normal en la zona metropolitana de Monterrey, sin embargo estaba por suceder una historia que cimbró al país: el secuestro de un avión comercial cometido por un grupo guerrillero.

Los hechos ocurrieron poco después de las 09:00 horas, cuando el vuelo 705 de Mexicana de Aviación despegó del Aeropuerto Internacional de Monterrey “Mariano Escobedo”, con rumbo a la capital del país.

Se trataba de un avión Boeing 727, matrícula XA-TAC, el cual despegó con 104 pasajeros a bordo, entre ellos dos hijos (hombre y mujer) del en ese entonces gobernador, Luis M. Farías, y algunos empresarios de renombre.

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Aproximadamente 20 minutos después del despegue, al estar en espacio aéreo de Ciudad Victoria, Tamaulipas, un grupo de sujetos pertenecientes al grupo guerrillero Liga de Comunistas Armados (conformado en su mayoría por estudiantes de la UANL) ingresó a la cabina de mando de la aeronave y amenazaron con armas de fuego al piloto, Abel Quintana, señalándole que se trataba de un secuestro.

Los secuestradores fueron identificados como Germán Segovia Escobedo, Armando Castillo, José Luis Martínez y Alberto Sánchez, quienes le ordenaron al piloto que regresara a Monterrey y se comunicara con la torre de control del aeropuerto para que informara de la situación y sus exigencias: la liberación de sus compañeros guerrilleros Ángel Mejía Nuñez, Francisca de Lourdes Saucedo Gómez, Reynaldo Sánchez Rodríguez, Edna Ovalle Rodríguez y Tomás Okusono Martínez, quienes habían sido detenidos un día antes.

El plan era que los secuestradores dejarían en libertad a los niños, mujeres y enfermos a cambio de que el gobierno entregara a los guerrilleros detenidos, quienes subirían al avión para trasladarse hacia Cuba, en donde solicitarían asilo político.

La amenaza era que si el Gobierno de México y Nuevo León no cumplían con la liberación de los guerrilleros se detonaría una bomba que llevaban a bordo.

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Las autoridades mexicanas accedieron a las demandas (entre las que se incluyó la entrega de 4 millones de pesos en efectivo y que el dinero fuese entregado por el Jefe de Policía Juan Urrutia Paura, a quien señalaban como represor) y el avión de Mexicana aterrizó de nuevo en Nuevo León aproximadamente al mediodía.

El proceso de negociación fue tenso. Los guerrilleros exigieron que los agentes policiales que participaran en el operativo debían estar en ropa interior al acercarse a la aeronave, para comprobar que no estuvieran armados.

Se abastecieron de combustible y el “intercambio” se realizó, aunque una de las mujeres no fue liberada: la hija del gobernador.

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Finalmente, después de las 15:00 horas el Boeing 727 volvió al aire, ahora con destino a La Habana, Cuba, ciudad a la que arribaron cerca de las 19:00 horas.

Al día siguiente, la aeronave mexicana regresó al país con tripulación y pasajeros a salvo.

El Gobierno cubano dio asilo político a los guerrilleros, los cuales regresaron a México después de 1978, tras la publicación de una ley de amnistía firmada por el Presidente de la República de ese entonces, José López Portillo.

Afortunadamente esta historia no tuvo un trágico final, sin embargo fue prácticamente una “historia de película” que se mantiene como uno de los incidentes políticos más impactantes de nuestra historia moderna.