La plaza hundida que quedó en el olvido

Monterrey y su Zona Metropolitana cuentan hoy en día con una gran cantidad de centros comerciales.

Desde exclusivas plazas con marcas internacionales hasta mercados modernos atraen a cientos de clientes.

El boom de este tipo de lugares se dio a principios de 2000, cuando comenzaron a construirse plazas que en algunos casos son establecidas junto a una tienda de autoservicio junto con cines, restaurantes, entre otros.

Pero hubo una plaza ubicada en el Centro que era de las más concurridas, y aunque era pequeña, su visita era obligada.

El Centro comercial “Gran Plaza”, se encontraba frente a la plaza comercial Morelos, entre Zaragoza y Zuazua, esquina con Padre Mier.

Esta plaza subterránea contaba con algunas tiendas de ropa y tenía entre sus atractivos un local de máquinas de videojuegos que atraía a jóvenes y niños.

Fue uno de los principales atractivos de la Macroplaza pero alrededor del año 1997 comenzó su debacle.

Los comerciantes comenzaron a cerrar los negocios uno a uno por falta de clientes hasta que finalmente no quedó ninguno.

Por esa época se informó que pasaría a ser espacio para un nuevo proyecto, pero hoy en día el sitio está en el abandono.

La trágica historia de Ricardo Aldape

Librar la pena de muerte en Estados Unidos suena difícil, pero hubo un regiomontano que tuvo la dicha de hacerlo y regresar como héroe a la ciudad que lo vio nacer: el regiomontano Ricardo Aldape.

¿Quién fue Ricardo Aldape?

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Ricardo Aldape Guerra fue el hijo menor de una familia de clase media originaria de Monterrey, Nuevo León.

La emblemática colonia Moderna fue el lugar donde creció “Ricardito”, como lo llamaba su mamá, Francisca Guerra.

Desde joven soñaba con llegar lejos. En una entrevista que el padre concedió al periódico El Norte, refirió: “era vivir su vida, por eso fue que se le ocurrió irse de ilegal. Tenía muchos amigos que lo convencieron de irse a Texas y él tenía sus sueños y ambiciones, y por eso se fue”.

Así, a inicio de los 80’s decidió irse a Houston, Texas, con un amigo que tenía: Roberto Carrasco Flores.

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Aunque entraron con visas de turistas, se quedaron de forma ilegal, trabajando en algunos lugares,

Un domingo de 1982 salieron a dar un paseo en auto y en el recorrido, Carrasco sobrepasó el límite de velocidad alertando a un patrullero de nombre James Harris.

Como eran varias personas, Aldape y Carrasco junto con más amigos, enfrentaron al oficial y Carrasco Flores sacó un arma y le disparó al uniformado, quien falleció minutos después.

Luego se dieron a la fuga y se desató una persecución que dejó más víctimas fatales, entre ellas el presunto tirador.

Sin embargo, como Aldape huyó del lugar se le consideró responsable del homicidio del oficial y se pidió la pena de muerte contra él.

Aldape Guerra
Aldape Guerra

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El juicio arrancó y varias irregularidades surgieron en el proceso, entre ellas la fabricación de evidencias y falsos testimonios para inculpar al regiomontano hasta que finalmente se le sentenció a muerte.

La familia pidió la intervención de en ese entonces gobernador de Nuevo León, Jorge Treviño, pero siempre se mostró poco interesado en el caso.

El rumbo de la vida de Ricardo Aldape cambió con la llegada del abogado Scott Attlas, quien al tomar el caso lo exhibió como un ejemplo de la corrupción de la justicia norteamericana.

Así, la férrea defensa legal fue efectiva y libro la pena de muerte en varias ocasiones, hasta que el 16 de abril de 1997, George W. Bush, gobernador de Texas en esa época, firmó su indulto.

Cabe señalar que el gobierno mexicano gastó cerca de 2.5 millones de dólares en la defensa legal de Aldape.

Benjamín Clariond Reyes, gobernador de Nuevo León, viajó en un jet a Estados Unidos para regresar a Ricardo a la tierra que lo vio nacer.

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Tras 15 años, Ricardo fue recibido como héroe en el Aeropuerto del Norte de Nuevo León donde una multitud se congregó. Llegó acompañado de su abogado Attlas, quien fue cargado en hombros por varios regiomontanos.

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Aldape se volvió una figura sumamente mediática, por ello la empresa TV Azteca lo contrató para actuar en la novela “Al Norte del Corazón”, que tocaba el tema de la inmigración.

Ricardo aceptó y se mudó a la Ciudad de México. Las grabaciones le permitían viajar a Monterrey para ver a su familia.

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Se dice que los días de libertad del regiomontano se convirtieron en días de excesos, pues parte del dinero que ganaba como actor lo utilizaba para comprar alcohol y drogas.

Finalmente el 22 de agosto de 1997 Ricardo perdió la vida en un accidente carretero en 182 más 400 de la carretera 57 México-Piedras Negras, en el tramo El Retorno a Matehuala, cuando se dirigía a casa.

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Se dijo en su momento que una maniobra mal realizada para rebasar a otro vehículo fue el factor que provocó el fatal accidente por alcance, aunque también surgieron rumores sobre un posible accidente provocado, lo cual nunca se pudo comprobar.

A menos de seis meses de haber recuperado su libertad, la muerte lo reclamó.

De esta manera terminó una historia dramática que pareciera haber sido sacada de una película, sin embargo, como casi siempre sucede, la realidad termina superando la ficción.

Monumentos en NL se quedan en el olvido

Aunque Monterrey es una ciudad donde se aprecia el arte, parece que las obras que adornan su Zona Metropolitana no son del interés de las autoridades.

Y es que varios monumentos se encuentran en el olvido y reflejan deterioros por su falta de mantenimiento.

Basta con circular por la avenida Constitución o la paralela Morones Prieto, para darse cuenta que algunas obras que son parte de la Ruta Escultórica del Acero y el Cemento lucen en el abandono.

Algunas muestran hierba crecida, óxido y vandalizadas con graffiti.

Un ejemplo es la obra “Desafío” de Ahmed Nawar y que se encuentra sobre Morones Prieto pasando Félix U. Gómez, que luce oxidada y en medio de matorrales.

Otras obras que se encuentran sobre la misma vía se parecían casi en las mismas condiciones.

Pero no nada más las esculturas monumentales están en el olvido, también algunas bustos, como el de “Piporro”, ubicada en el Parque Hundido.
La estatua desde hace algunos años ya no tiene el sombrero y le faltan algunos dedos.

Pese a ello, Conarte presentó una iniciativa para proteger el Patrimonio Cultural del Estado de Nuevo León.

De esta forma se busca evitar que edificios valiosos en arquitectura puedan desaparecer.

Habría que ver si este tipo de iniciativas abarca las obras ya consideradas arte.

Toda una aventura viajar en El Regiomontano

“¡¡Quince horas a Monterrey rodeado de comodidades!!”,”¡¡Un viaje descansado y placentero!!”, es lo que se puede leer en un anuncio que promocionaba al ferrocarril El Regiomontano en la Ciudad de México.

Este “tren rápido nocturno”, era considerado como uno de los más lujosos en México y contaba con coches dormitorios, lujoso comedor y un salón bar.

El ferrocarril llegó a Monterrey el 31 de agosto de 1882, con la ruta a Nuevo Laredo. Este transporte impulsó la industrialización de la entidad.

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Con el tren llegó El Regiomontano, que lo conformaban coches tradicionales en color verde olivo, después llegaron los de gris con rojo y después los azul con rojo, los más emblemáticos quizá por ser los últimos y porque alcanzaban los 120 kilómetros por hora.

“Primero daba para atrás, luego para adelante, luego para atrás y otra vez hacia delante”, recuerda uno de los tantos pasajeros que abordaron el ferrocarril.

El Regiomontano tuvo un segundo aire cuando fue utilizado por el presidente, Carlos Salinas de Gortari, quien llegó a Monterrey a bordo del vagón “Agualeguas”, enganchado al mítico tren. Sería el último presidente en viajar en El Regiomontano.

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En enero de 1995, fue aprobada la reforma al Artículo 28 Constitucional, iniciativa de Ernesto Zedillo, presidente en ese momento.

Esto permitiría la inversión privada en Ferrocarriles Nacionales y las comunicaciones vía satélite.

Finalmente, el 7 de junio de 1997 El Regiomontano dio su última corrida y sus vagones fueron enviados a los patios de Ferrocarriles Nacionales en la Ciudad de México en el conocido Cementerio de Trenes.

Del tren de pasajeros solo quedan los recuerdos en Monterrey.

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El regio que inspiró a Hannibal Lecter

El nombre del cirujano Alfredo Ballí Treviño quizá no represente tanto, parece un tanto común para un mexicano y sobre todo de origen norteño.

Pero detrás de él se esconde una historia macabra que inspiró a uno de los personajes más tétricos de la literatura moderna y de la industria del cine.

El conocido escritor estadounidense Thomas Harris, conoció la historia de Ballí Treviño en 1960 y pudo estar con él cara a cara.

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Esto dio como resultado crear la novela de misterio y terror de 1988 “The Silence of the Lambs” (El Silencio de los Inocentes) y a su personaje principal “El Dr. Hannibal Lecter”.

La fama del personaje se hizo aún más conocida cuando la historia se llevó a la pantalla grande y con la actuación de Anthony Hopkins como el Dr. Lecter en la cinta del mismo nombre y que vería la luz en 1991.

Hasta esa fecha el escritor no podía revelar el nombre de quien usó como base para crear al personaje, sólo después dijo que se llamaba “Dr. Salazar”.

Finalmente, Harris contó cómo conoció a Ballí, con quien llegó mientras investigaba el caso de un asesino nacido en Texas de rostro desfigurado y que intentó escapar del Penal del Topo Chico. Su nombre era Dykes Askew Simmons.

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En la fallida fuga, el presidiario fue golpeado por celadores y policías por lo que fue necesitó ayuda médica. Ballí Treviño se encontraba recluido en el penal y logró salvarlo.

La historia llamó la atención de Harris y pidió conocerlo. Después se enteró que el médico estaba acusado de descuartizar a varias personas, desmembrarlos y esparcir sus restos.

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Fue condenado a pena de muerte pero sus abogados lograron cambiar su sentencia a 30 años de prisión. Curiosamente fue el último mexicano condenado a la pena capital, que finalmente no se realizó.

La conversación entre el escritor y el médico le cambió la vida: “De la plática surgieron preguntas y temas tales como que si las víctimas de Simmons lo provocaron o si merecían morir”.

Ballí salió de prisión en el año 2000 y murió en 2010 en el anonimato.