Historia de la Iglesia de La Purísima

Entre el Centro de Monterrey y el Cerro del Obispado se encuentra uno de los templos más bonitos y de mayor tradición en la ciudad: la Iglesia de la Purísima.

Detrás del surgimiento de esta iglesia hay mucha historia, la cual forma parte de la riqueza cultural de la capital de Nuevo León.

¿Cómo surgió la Iglesia de la Purísima

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Fue en 1941 cuando se buscó crear un nuevo templo para la adoración de la Purísima Concepción. Para esto se creó un comité integrado por varios arzobispos, quienes decidirían los pormenores de esta construcción.

Tras varios debates (bastante duros), se decidió darle “luz verde” al proyecto ideado por el arquitecto mexicano Enrique de la Mora y Palomar.

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Dentro de la Iglesia Católica mexicana y en un sector de la sociedad de Monterrey se consideraba que el diseño de De la Mora era indigno para un templo católico, pues era demasiado moderno y alejado del prototipo convencional de las iglesias de ese entonces.

Afortunadamente, el arzobispo de San Luis Potosí, Guillermo Tritschler y Córdova, defendió el novedoso diseño propuesto, argumentando que el arte sacro ha sido a lo largo de la historia punta de lanza en innovación y avance artístico, por lo que terminó ser aceptada la maqueta del arquitecto mexicano.

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Así, en 1941 se procedió a la demolición de la antigua parroquia que databa del siglo XIX, la cual se encontraba en malas condiciones.

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En total la construcción tardó 2 años en realizarse y en 1943 fue consagrada a la Purísima Concepción.

Arquitectura de la Iglesia de la Purísima

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La Iglesia de la Purísima de Monterrey es una verdadera joya de la arquitectura moderna, no es broma. Es de hecho la primera en el país construida con este estilo.

Esta hecha a base de cemento, hierro y cristal, elementos representativos del desarrollo económico e industrial de la Sultana del Norte.

En su diseño predominan los arcos monumentales, los cuales le dan al templo un toque de originalidad absoluto.

Pero los simbolismos no solo se limitan a la facha e interiores de esta iglesia, ya que su estructura forma una cruz que puede apreciarse de manera plena desde una toma aérea.

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Destaca también la torre de 43 metros ubicada en el lado sur de la iglesia, sobre la cual se haya una representación de la Purísima Concepción hecha en barro cocido.

Por otro lado, para engalanar la obra de De la Mora, se contrató a varios artistas plásticos para la elaboración de esculturas y pinturas que estarían en el sitio.

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Para ello, fueron requeridos los servicios de los artistas Adolfo Laubner Mayer, Jorge González Camarena, Benjamín Molina, Federico Cantú, Jesús Guerrero Galván y Herbert Hoffman de Ysenbourg, y aquí surgió otra polémica: el origen judío de Hoffman.

La controversia fue enorme, ya que varios jerarcas católicos estaban en contra de que participara en el proyecto un artista judío, pero nuevamente se impuso la razón, ya que de nuevo el obispo Tritschler, quien a la postre se convirtió en arzobispo de Monterrey, defendió al artista judío, confiando plenamente en su talento, rompiendo las diferencias religiosas.

De esta manera, se pudo conformar una obra hermosísima, la cual se convirtió en ejemplo arquitectónico para el resto del país y en una de las iglesias más bellas del norte de México.